13 de febrero de 2009

Hollow Bastion

Entre ciclo y ciclo solar pasan mil cosas en esa bola de lodo.
Los observo famélico, de lejos, dispuesto a devorar un buen día sus miserables existencias sin que se alcancen a dar cuenta. Algunos de ellos me han visto de lejos y, aún sin conocerme del todo, me temen: saben que dentro de mí no hay nada, y que si llego a rozarlos, desaparecerán. Soy el todo y la nada, y en este universo caben muchos todos y muchas nadas, pero ellos son muy pequeños para entenderlo. No lo necesitan, de todas maneras. Están felices en su andar limitado de un lado a otro.

Llevo observándolos más tiempo del que podrían calcular, dudo que tengan un nombre para la cantidad de ciclos que he visto pasar e irse. Son bastante jóvenes en comparación a su suelo, pero desde que aparecieron todo se ha puesto más interesante. Hubo otros antes, pero estos se las han arreglado para convertir a su pequeña bolita de polvo en un lugar casi tan inhóspito como era en sus inicios. A mí no me importa, en todo caso, no juego con la comida, y de todas formas no entiendo eso de la belleza de praderas verdes, ni aguas transparentes, ni hielos eternos: parece que empiezan a pensar como yo, porque antes les levantaban unos ridículos ídolos, pero ahora los rompen. Tienen un cielo que aman por ser azul; yo no veo nada de eso desde aquí más que una oscuridad salteada por unas pocas estrellas presumidas, que cuando me ven escapan llevándose con ellas sus miserables sistemas.

Son tan pequeños, tan efímeros, tan limitados. Miran su cielo anhelantes, pero para mí es como si me pidieran que los trague. Cuánta paciencia he tenido...me pregunto ¿por qué?... quizás es porque es lo más interesante que ha pasado por aquí desde hace unos cuantos billones de años... porque, vamos, ¿acaso no es divertido verlos? Viven envueltos en cosas que sus mentes crean, y porque no pueden leérselas unas a otros es como si hubiera un universo particular de distancia entre uno y otro, y por ello inventan cosas en conjunto y quedan todos felices dentro de la nube de engaño, porque la realidad es aquello que quieren creer como real, y si se ponen de acuerdo varios, mejor aún. Así han vivido atados por religiones, limitados por la ciencia, esclavos de la opinión: han inventado la moda, los pecados contra el que llaman Dios y los pecados capitales contra ellos mismos, se ahogan de pasión unos por otros, se necesitan, se asesinan por un átomo del átomo de este enorme universo, pero a ellos les parece importante. Yo no daría ni un bostezo por eso que llaman Imperio, pero confieso que seguí todas las campañas con especial cuidado (si me sabía hasta el nombre de los personajes!). Después de cada campaña, se armaban y desarmaban una y otra vez, y los grupos cambiaban, y los amigos se hacían enemigos y viceversa.
Tienen instintos que provienen probablemente de su fisiología, son máquinas biológicas que algunas veces salen defectuosas, pero comparten un mismo núcleo, las mismas debilidades y los mismos impulsos. Parecen entenderlo, fingen que se aceptan y que son "hermanos", pero en realidad se sienten muy especiales, mejores o escogidos (ja ja), e incluso excluyen a otros de su misma especie, haciéndoles creer que son de otra, y su rol es distinto, cuando tienen la misma composición, y en realidad ninguno de ellos tiene un rol. Eso les causa...¿cómo se llama?... sufrimiento y esclavitud, creo... ellos no pueden vivir lejos de su medio, son tan pequeños...
Construyen, procrean, sufren. Mueren unos y llegan otros, que se olvidan porque todos son iguales, pero se niegan a aceptarlo y hacen cosas para que los recuerden, cuando su memoria no pasa los seis milenios (una burla, realmente), y avanzan lentamente hacia algo que ellos no saben qué es. Es un secreto que están avanzando hasta mi boca. Se han destruído y se vuelven a parar, chocan y se pisotean, se aman y desean, se apoyan o se hunden... el piso bajo ellos gime por la presión, lo escucho desde aquí, pero no sé si es efecto de su cercanía, mientras más grita el suelo ellos menos lo escuchan y yo más deseo comerlo. No tienen idea de nada. Las otras criaturas simplemente los miran, y se limitan a vivir bajo sus instintos. Son proyectos biológicos que fueron ensayos para los que ahora los dominan, por ser mayores merecerían mayor respeto bajo las leyes humanas de ehm...lógica y educación. Pero como no saben aquella verdad, no tienen por qué respetarla.
¿Por qué no los he devorado? Si nadie los extrañará después de todo, y yo me muero de hambre desde hace millones de años; ya casi olvidé la última galaxia que me tragué...

Creo que me recuerdan un poco mi inicio... aunque yo soy más antiguo que la luz que hasta aquí llega desde la estrella más lejana que diviso, más antiguo que esta porción de universo, soy pura energía y oscuridad, pese a que soy pequeño...
Y ellos, más pequeños aún, no sentirían nada, se congelarían ahí alimentando a sus hijos, robando, matándose, hablando, viviendo, pecando, contando, en la misma posición en que dieron su último respiro, con luz en un lado y en la sombra en el otro. Todos los sonidos se quedarían suspendidos en el aire, todos los idiomas olvidados y los colores succionados, el tiempo huyendo como siempre, y el espacio reducido a la nada que se incorporaría a mi irresistible fuerza, a mi hambre eterna... ¿Entonces por qué no los devoro?
Quizás... hum, sí, quizás estoy esperando que se conviertan en uno como yo. Para allá van, pero no lo saben y ni siquiera lo presienten, ni sus profetas ni sus ídolos ni sus cálculos lo han medido, pero a los que lo han sospechado ya no les creen, porque su memoria es demasiado corta. Además tendría que esperar muchos milenios innecesarios más, aunque... para mi edad eso no es nada, realmente. Es más bien el hecho de que sea vergonzoso sostener esta esperanza lo que me hace dudar y sorprenderme, es tan humano de mi parte.

Los observaré un tiempo más, mientras me decido... después de todo, tengo hambre, pero también llevo solo mucho tiempo...

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