26 de mayo de 2008

Epílogo

Pensé que este viaje de vuelta, de entre todos los que he hecho, sería el más indiferente, pero me equivoqué. La lluvia ha caído suavemente desde temprano, y el aire frío me inspiró para subirme al bus y no pensar en nada. Así que cuando, en el paradero, me subí junto a un par de personas, simplemente no pagué. No era la primera ni la... ni la primera vez que lo hacía, pero en esta ocasión ni siquiera miré al chofer. Así de ruda me sentía.
Como no era hora crítica, pude avanzar sin preocuparme de chocar con nadie, ni de rozarme con alguno de los pasajeros. Ocupé un lugar junto a la ventana, en una esquina, siempre buscando que no me molestaran.
"De verdad es una pena que se me rompieran los audífonos" pensé, porque al mirar por la ventana, ese cielo nublado cubriendo la ciudad me exigía música ambiental. Quizás por eso me sentí tan atraída por todo lo que pasó ante mis ojos: el Cristo, siempre con los brazos abiertos, las palmeras... ese basurero, jamás lo vi. "Oh... ¿desde cuando esa estatua de allí está rayada?... Hum, papeles de protesta, taparon esa pared en ellos, pero están mojados...el de más arriba incluso se está saliendo..."
Avanzar, por la pista del lado corría otro bus, y la gente se veía tan cerca de mí que pude haber fantaseado con estirar la mano a través del vidrio y alcanzarlos. Ahora eso no tenía sentido, pero mantenía mi cara cerca de la ventana, ya no ubicada en el rincón protector, sino que como los niños pequeños, frente a frente con la gente de los buses que nos sobrepasaban (porque iban más rápido, este conductor era pasivo). En un semáforo, nos detuvimos junto a un bus cuncuna. Miré otra vez a mis vecinos: esta vez eran dos chicas que hablaban. Bah. ¡Hey, hey! ¿se están besando?... las miré con descaro y con la cabeza un poco ladeada, seguramente con la misma expresión que ponen los perritos cuando no entienden algo. Realmente, eso pudo importarme o importunarme alguna vez, ahora no pasaba de ser otro detalle más de esta calle que nunca había mirado realmente, y miré con insolencia. No supieron nunca.
Cuando otra vez nos pusimos en marcha, el miedo se apoderó de mí. Cada vez estábamos más cerca de llegar, y yo aún no observaba lo suficiente. Pasamos por una estación de trenes, con un reloj detenido; y una universidad, también empapelada y rayada.
"Quizás realmente algo va mal" pensé. La agitación en el corazón de la gente, el desconformismo que se veía en los ojos, la rutina representada en un pantano fétido en que todo el mundo estaba hundido en distintos grados (rodillas, cuello...)...todo era tan fácil de deducir...pero qué me había importado eso a mí antes, me encontraba hundida en un dolor que yo juzgaba tan profundo que me sorprendía que nadie más lo notara. Entonces me reí. "Qué estúpida". Todo era tan claro bajo esta lluviecilla otoñal. Me reí más fuerte, para ver si alguien me escuchaba. En realidad era una suerte que la gente no se fijara en mi comportamiento tan raro. Quise que el vidrio frente al cual suspiraba, jadeaba y me reía se empañara, pero no pasaba nada. Incluso pensé en dibujarle una carita feliz. Nunca lo había hecho porque era estúpido, a mi parecer.
De nuevo me sentí asustada: por ir pensando tonterías como caritas felices me perdí un buen tramo de cosas nuevas. "¿Por qué prenden tan temprano las luces de neón? ¿ese triciclo llevará muchos años en vitrina? Oh, no recordaba una tienda de deportes aquí... ¡Ese cartel tiene una mancha gigante en la esquina!... espera...¿ese edificio tiene ventanas redondas al costado? ¿Yolanda Sultana tiene aquí la consulta?... ¿eeeeeeh? una peluquería de perros aquí... ¡y esa señora! ¡se le cayó la bolsa!"
Todo lo que era edificios, construcciones, luces, carteles, modelos...tan eterno, tan inamovible... la gente, tan pasajera, tan irrepetible... y yo sólo pasaba por el lado y no veía más, porque a cada momento una nueva cosa atrapaba mi atención... un árbol cortado, un hoyo desconocido en la calle, un árbol nuevo, un poste doblado, un color azul en un edificio que nunca noté, los charquitos de lluvia que se amontonaban de distintas maneras en cada tramo de camino...
La lluvia...estaba cayendo más fuerte. Como me había entristecido, me encantó pensar por un momento que mi sobrenaturalidad había alcanzado al tiempo, y que mi tristeza (cada vez más profunda, a medida que nos acercábamos al destino) era responsable de los goterones que caían. Y llovía cada vez más fuerte, los hilitos se convertían en pesadas gotas, y me alegré de nuevo por eso. Entonces entendí que era una estupidez, porque ahora que estaba distrayéndome seguía lloviendo fuerte. Y por creerme ama y señora del clima, me perdí otro pedazo de trayecto más.
Estaba sorprendida de lo superficial que podían ser mis pensamientos, ante la majestuosidad del camino recorrido diariamente. Ahora que volvía con luz de día, lo apreciaba mejor. El día anterior había vuelto de noche... ayer...
Alguien tocó el timbre. Di un saltito: era mi paradero. Bajaron dos personas, y yo salí tras ellos. Cruzaron la calle, esquivando las huinchas de la policía, y la patrulla de la orilla, arrojando miradas compungidas uno, y de curiosidad la otra, sin duda no sabía del accidente del día anterior. Yo, en cambio, fui directo a la huincha. Aquí estoy parada ahora.
Qué bueno que la lluvia está borrando las manchas del piso, se veían repugnantes, y me recordaban lo poca cosa que somos los humanos. De verdad que fui muy estúpida, no mirar las luces que venían directo a mí, sentirme la gran veloz corredora para cruzar (siendo que nunca fui rápida), y no oír nada por ir escuchando mi música ambiental. Ahí están todavía, rodeados en un ya borroso círculo de tiza, los malditos culpables que son los audífonos. Igual los eché mucho de menos en el trayecto, y me entristece verlos rotos.
Ahora que miro alrededor, mis llorosos deudos no están aquí. Ah, qué alivio. Ayer tomé corriendo (y también sin pagar) un bus directo al sentido contrario del que vine hoy, porque cuando los vi llorar me dio mucha rabia. Yo creí que nadie me extrañaría, así que no me importó haberme muerto (salvo por el asco que me dio verme a mí misma en ese estado). Me quedé en la noche vagando por una plaza con un obelisco enano, pensando para donde ir, y me di cuenta que en realidad la pregunta no es dónde, si no para qué. Como no me la supe responder, volví. Agradezco el viaje, vi cosas que nunca antes noté. Ojalá mis llorosos parientes lo vean algún día también, en vez de llorarme inútilmente. Pero es el apremio de la muerte el que embellece todo, incluso un día lluvioso (es más, eso le da más dulzura a tu fantasmagórico viaje). Es frustrante no tener aliento, sí, y que no te miren. Incluso ya no puedes fantasear con atravesar un vidrio, eso se vuelve ridículo, porque se puede hacer...¿y para qué quería pasar al otro lado, de todas maneras? Todos los buses van al mismo lugar. Yo me bajé antes, y aquí estoy.
Sólo queda un radiopatrulla, los oficiales conversan cubiertos con sus impermeables. Mal día para que se muriera una chiquilla tonta en la calle, lo lamenté por ellos. Ahora que era de día, era menos impactante la visión, sin curiosos (por la lluvia), sin la ambulancia, las sirenas, los gritos, la noche etc. Sólo yo, y la marca rojiza donde morí.
Un último sueño por cumplir, antes que vuelvan los llorosos deudos, y me dé culpa irme. Acostarme en el barro mientras llueve.
Hum... no se siente tan mal... me morí en la tierra de la vereda y no en el asfalto de la calle, por suerte, así que me estiro confiada (cuesta asumir que ya no importa donde te ubiques). La lluvia cae sobre mi cara, y aunque no la sienta sé que ahí está... comienza a sonar música ambiental imaginaria.
"Lluvia no pares... hasta que me haga una con la tierra..."
Era más fácil de lo que pensé contestarme ese "¿cómo?"

5 comentarios:

paula dijo...

Simplemente nada mejor que realizar el último trayecto por la principal arteria de la capital. Cuando llegué a Santiago, muy de primeras, me pareció sumamente extraño el hecho de cruzar 8 pistas... mas aún que pisaba sobre las cabezas de los usuarios del metro. Era una idea descabellada, que me hacía cruzar casi de puntitas, o si cruzaba por debajo, mirando hacia arriba.
Yo no sé si me morí hace rato, pero siempre me maravillaron los edificios, los adoquines por donde la lluvia corre divertida, cual laberinto de aventuras. O el pastito atrevido, que crece entre grietas por amor a ser pisoteado, por vivir rápida e intensamente para luego morir joven, tierno y hermoso. Que decir de los árboles, pintores de la capital que juegan con los colores y muy soberbios los arrojan al piso.
A veces amo la lluvia, a veces la necesito. Es como el aire: gracias a ella me siento viva.
Amé tu entrada mierda.

Hanimal dijo...

cierto pasaje del texto me recordo a la joven Lucy, cuando tenia como 10 años y aun era una aprendiz de asesina sicopata, en el momento en que fue por primera vez al zoologico acompañada por Kouta :P ("Elfen Lied")

:P... nunca la muerte la habia leido como algo tan relajante...y alegre...

fue como si fuese el fantasmagorico espectador del espectro ke recitaba... pero no estaba al frente, era como... estar detras, al lado, dentro, y fuera del hablante... como abrazado, o komo si el espectro hubiera estado sentado encima mio O.o


wah... extraño mi pensar xD




muy agradable leerte ^^ la primeraimpresion "waaaah tanto????"... pero al llevar un par de frases ya no puedo parar xD



besos Cami (=

-ke agrdable tener un nombre ke decir xD-

Hanimal dijo...

uy! si, lo habia mencioando creo xÇD me llamo francisco... bueno, mas ke nada me llamo Kanguro xD pero mis amigos me dicen Francisco :P xD

emmmmme
1.- gusto lo de los numeros...
2.- no es ke este copiando! es solo ke exploro horizontes nuevos para mi, no nuevos para otros :P
3.- xd LOL
4.- ¬ no fue tan gracioso
5.- sabes? iwal me rio hrto con tus posteos, son hechos para reir :P
6.- no es ke estes loca ni nada... aunke sí, podrías estarlo y yo no saberlo aun O.o
7.- pero no seria malo, seriaomos dos locos unidos ciberneticamente por la redaccion peculiar

:P

8.- mejor paro, suficientes letraspor la mañana xD

besos...

Tigu dijo...

me gusto tu historia aunq ultimamente no ando cn muxas ganas de pensar en nada XD..me dejo pensando
te kerooo muxoo

oie cuidate, al cruzar la calle!

beshitosss

Pilar dijo...

Interesante... la diferencia es que en mi camino a donde sea siempre veré.... tierra,árboles y un cielo azul que se oscurece a medida que llegamos al centro XD

Ke se me cuide, y como Vania dijo antes, ¡Cuidado en las esquinas!

Piwi